Marcelo Muscillo, Juez de Paz de El Bolsón, dio cátedra sin subirse al púlpito.
Al Juez de Paz de El Bolsón, Marcelo
Muscillo, no se le puede negar el oído cuando se le permite hablar
más allá de sus sentencias. No sólo es destacable la claridad
conceptual de su visión, que podrá compartirse o desestimarse, sino
también el toque humanista que aporta tanto a sus análisis como a
su labor diaria.
En un extendido y profundo diálogo que
mantuvo con “El Colectivo de la Mañana”, que iremos desglosando
en esta edición y en posteriores, realizó lecturas de la realidad
de nuestra sociedad, aunque se dio el lujo de sobrepasar las
fronteras y abarcar a la civilización contemporánea.
Como disparador de la charla, se lo
consultó sobre su interpretación del conocido caso de desalojo de
Claudia Dupuy, vecina de El Hoyo, luego de su divorcio, donde se
pretende dejar en la calle a una mujer con hijos en pos de defender a
la propiedad privada y se olvidan que se afectan derechos superiores.
A pesar de que no conocer a fondo el
caso, a Muscillo le resulta conocido en el sentido de que son
situaciones recurrentes en la tarea diaria del poder judicial.
“Distintos derechos que se ponen en
juego cuando hay un conflicto”, sostuvo el magistrado. “En este
caso el Derecho a la Propiedad, el Derecho a la Vivienda, el Derecho
de los Niños, entre otros”, agregó.
Sin embargo, según el cristal con que
Muscillo observa a las problemáticas de esta clase, en nuestra
sociedad no se han desarrollado demasiados instrumentos para buscar
soluciones cuando valores de similares jerarquías entran en
conflicto.
“Se hace aplicación plena de la
filosofía kantiana y su modelo moral”, sostiene Muscillo y abona a
la crítica al mismo por la dificultad de manejar distintas valores
con jerarquías similares.
A esto contrapone la eficacia de la
filosofía utilitarista que no atraviesa por esta falencia ya que su
mecanismo de resolución de rispideces se apoya en la cantidad de
personas beneficiadas con cada decisión, norma o acción a seguir.
“El sistema moral de nuestra sociedad
es bastante ciego a las consecuencias”, afirmó Muscillo.
Con esto quiere decir que en el seno de
nuestras organizaciones sociales, se establece un sistema de valores,
se aplica y si de esto surge una hecatombe, no es problema del
sistema, sino de los miembros de la sociedad.
Esto se traduce, según el Juez de Paz,
en la aplicación de las leyes que a veces se hace sin tener en
cuenta los efectos de esas aplicaciones.
“Los operadores del derecho deberían
intentar moderar un poco esto, ya que por lo general el legislador,
al sancionar las leyes, no analiza en forma puntual los efectos de
cada texto normativo”, reflexiona el magistrado local.
A pesar de esta visión un tanto
pesimista, Muscillo destacó que en los juzgados de paz se corre con
una cierta ventaja por sobre otros jueces.
Este especie de beneficio consiste en
el contacto con las personas de forma directa y viendo el rostro de
los que se cruzan en un litigio.
De alguna manera, consideró el
entrevistado, “uno percibe el drama humano que hay detrás de cada
situación, cosa que en un escrito redactado por un letrado no se
capta”.
“El temblor en la voz de una madre o
los ojos húmedos, es muy difícil verlo en un escrito”, resaltó.
Acorde a la humanidad de la que no
reniega Muscillo, prefiere y elige la tranquilidad de haber tomado
una decisión después de charlar con las partes, aunque se trate de
una resolución dura.
Ejemplifica esto con la cuestión de
violencia intrafamiliar, donde los juzgados de paz de Río Negro
tienen a cargo la primera parte de los procesos, conservando el
contacto directo con la parte más humana de los hechos ya que en ese
entonces las pasiones están más manifiestas que en otro pasaje del
proceso de resolución.
“Es muy distinto tomar una decisión
tanto leve como pesada sin este contacto humano y viendo el rostro de
la persona”, referenció el Juez de Paz.
Por su trabajo diario, este tipo de
situaciones violentas se ven con mayor frecuencia. Esto le permite a
Muscillo elaborar conclusiones que por breves no dejan de ser
profundas.
En este sentido, sostuvo que “vivimos
en una sociedad que tiene como patrón la desigualdad y toda la
violencia está asociada a la desigualdad”.
En otro pasaje de la entrevista,
aseveró que en nuestra realidad y en la historia de la humanidad,
“no hay mejor manera de crear a un ser humano que no respete los
derechos de nadie que no respetarle ningún derecho”.
“Si se miran los conflictos en los
ámbitos micro sociales como la familia o el trabajo, hay una
reiteración de estas violencias nacidas de las inequidades con
mecanismos de resolución de conflictos muy poco útiles, muy poco
eficientes y muy poco humanas tal como sucede a nivel macro social”,
consideró.
Aunque la visibilidad de las
manifestaciones de violencia hayan tomado estado público en tiempo
relativamente corto, esto no es nuevo.
“El patrón de la violencia familiar,
la violencia de género y la violación de los derechos sobre los
niños y de los ancianos es de vieja data”, aseveró Muscillo.
A los ojos del Juez de Paz, la
desigualdad se ha convertido en el elemento fundamental de nuestra
civilización con el agregado de la enajenación del ciudadano con
respecto a las normas que regulan sus relaciones.
Asimismo, hizo un llamamiento a la
democracia para terminar con este alejamiento.
“Si las personas participaran mucho
más en la discusión de las normas, la labor judicial sería más
sencilla”, consideró y agregó que “la construcción de
procedimientos más participativos en la creación de normas,
permitiría que las personas se sientan más identificadas con esas
normas y no sentirse alejado del ordenamiento jurídico”.
“Esto constituye un desafío que
haría a una sociedad más vivible y no con tantas manifestaciones de
violencia intrafamiliar o de otra índole”, concluyó.
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